miércoles, 28 de octubre de 2009

LIBERTAD VIGILADA


Federico Fayerman
Veintisiete de octubre de 2009


Está amaneciendo sobre mi cárcel blanca. Amanece afuera y dentro de mi cuerpo. Ayer conseguí por fin superar al miedo y al mal. Y el rio que me recorre se desbordó y me devolvió la fe y la calma que se me escapaban por momentos.
Tengo mucho que agradecer a todos los que se han preocupado por mí y también mucho que recapacitar. Y sobre todo mucho que escribir.

lunes, 19 de octubre de 2009

AMIGOS DEL BLOG:
Ayer, día 18 y en compañía de mi colega-escritor y sin embargo amigo Hatoros visité el bar de copas Bukowski, en la calle San Vicente Ferrer y tuve la fortuna de leer uno de mis relatos (Blancas, amarillas y moradas)ante un público amante de la literatura, la noche y las copas. Fué sin duda una nueva y reconfortante experiencia que enriquece y aumenta aún más, si cabe, mi amor por la escritura. Allí conocí a otros escritores/as noveles y tomé contacto con una revista literaria por internet que me propuso colaboración.Entre humo, aplausos y mucho, mucho buen rollo, pasé cuatro horas felices. Repetiré. Seguro. Hasta pronto.

domingo, 4 de octubre de 2009

CUENTO PARA ADRIANA


Federico Fayerman
Treinta de mayo de 2009


Hace muchos años vivía en Madrid una niña que respondía al nombre de Esther. Era tan guapa, que su madre siempre le decía, que el sol brotaba todas las mañanas solo para ver su sonrisa y la luna todas las noches para vigilar su sueño.
La pequeña Esther creció rodeada de felicidad; estudió, trabajó, y cuando fue mayor se enamoró, se casó y tuvo dos hijos. Y una noche, cuando era un poquito más mayor, se le apareció en sueños un mago.
El mago le dijo a Esther que se llamaba Mirro.
Mirro no era un mago cualquiera. Era el dios de los magos, el más mágico de todos los magos del universo. Y Mirro le ofreció a Esther elegir tres deseos, fueran los que fueran, dinero, casas, coches, joyas… Lo que quisiera.
Entonces Esther le dijo que no ambicionaba dinero, ni casas, ni coches ni joyas, y le pidió al mago Mirro, que era el mago más mágico de todos los magos del universo, sus tres deseos:
Una niña que se llamara Adriana.
Que el sol acudiera a su ventana cada día para verla despertar.
Y que la luna se alzara en el firmamento cada noche para velar su sueño.
Y así sucedió. Unos meses después, cuando hacía mucho, mucho calor en Madrid, el mago Mirro cumplió lo prometido.

Con todo mi cariño, para Esther de la Oz.