sábado, 26 de diciembre de 2009


DE REPENTE LA NOCHE CAYÓ POCO A POCO
POR ERIC MARYAN

Hombres que vuelan
Hombres desnudos
Sueños que matan
De madrugada

Vienen de lejos
Una manada
Cógete al viento
Mueve la cara

Corre deprisa
Miente con ganas
Hasta el sendero
De piedras planas

Baja la vista
Escribe y canta
Mira a la avispa
Calla, calla

Cuando despiertes
Verás cascadas
Mientras te duermes
Ríe sin ganas


Una historia no se escribe
Una canción no se canta
Un desamor no se siente
Si ya no estás

Corre por el callejón
Camina detrás de ella
Sube por su cuesta arriba
Siéntela

Un tejado alto
Una cama alta
Un suspiro largo
Salta

Nunca llego a tiempo
Nunca llego
Nunca
Nunca a tiempo

De día
La lumbre
De noche
La duermes

Quiero ser mayor
Quiero ser mayor
Quiero ser mayor
¿Para qué?

viernes, 4 de diciembre de 2009

LA VIDA ÚTIL




Federico Fayerman

Catorce de julio de 2009





Subido en el farallón, Anastasio contemplaba las olas que rompían una y otra vez contra las rocas mordidas. Siempre eran las mismas olas y siempre se estrellaban contra las mismas rocas. Metáforas de su vida.
Miraba fijamente el mar y escrutando en su memoria hacía recuento de la parte útil de su paso por este mundo; buscando lo que realmente había sido positivo y le había reportado felicidad en algún momento.
Anastasio llegó a la conclusión de que un ochenta por ciento del tiempo invertido en vivir podía considerarlo un lastre o cuanto menos una perdida de tiempo.
También calculó que en el mejor de los casos podría llegar a vivir ochenta años, lo que reduciría su vida útil a unos dieciséis, que comparados con los intensos cuarenta de Lennon o los cincuenta de Michael Jackson se quedaban verdaderamente ridículos
Anastasio esperó que llegara la noche y el mar se calmara, para plasmar en dos listas lo positivo y lo negativo de su vida. Y escribió en el aire:
Lista de lo positivo.
-Mi mujer
-Mis hijas y mis nietos
-Mi hermana pequeña
-Mis animalitos
-Un par de amigos
-Correr
-Escribir
-Leer
-Diego Valor y el Capitán Trueno
-El cine
-Mi música
-La cerveza muy fría y la ensaladilla rusa.
-El Real Madrid y Bahamontes; y todos aquellos que me hayan querido alguna vez.
Lo negativo: Todo lo demás no había merecido la pena.
Amanecía cuando se alejó del acantilado. Hasta él llegaba otra vez la pelea de las olas contra las rocas. Anastasio se tapó los oídos y lloró.

martes, 1 de diciembre de 2009

EL NÚMERO 6

Yo tengo, supongo que como casi todo el mundo, una serie de preferencias: colores, música, pintura, lectura. Y quizás algunas más, como si te gustan más los perros que los gatos, más el cine que el teatro, una comida más que otra…Para todos estos puntos creo tener respuesta, ya que es una cuestión de gusto personal. ¿Pero qué pasa con el número favorito. El mío es el 6. ¿Y por qué? Lo cierto es que nunca me lo había planteado. El otro día, husmeando por internet descubrí que uno de mis actores preferidos de los años sesenta, que actuaba preferentemente en televisión, había fallecido. A partir de ahí empecé a atar cabos cuando recordé una serie que se llamaba “El Prisionero”, protagonizada por él mismo (Patrick Mcgoohan) en la que interpretaba a un espía que quería retirarse, pero la CIA no se lo permitía y lo encerraban en una isla junto a otros espías en su misma situación e intentaban lavarle el cerebro. En la isla todos tenían un número en lugar de un nombre y el espía protagonista era, claro está, el número 6. Yo por aquel entonces era un chaval de 16 años enamorado de otra actriz de la época, (ver en este mismo blog el homenaje a Suzanne Pleshette) y adopté el número de Patrick inconscientemente. La década de los sesenta fueron los años más felices de mi vida (once seises en total) y en mi primer trabajo como comercial me asignaron el número 6 como mi referencia para los pedidos. Ahora tengo 64 años y he averiguado por fin por qué el número 6 es mi número favorito. ¿Y tú te lo has preguntado alguna vez?