martes, 17 de abril de 2012




EL ÚLTIMO DETALLE

F.J.Fayerman
Veintitrés de agosto de 2011
Cuatro hombres hablan en la terraza de un café. El camarero camina sin cesar de un extremo al otro de la acera, llevando una bandeja llena de vasos y botellas de refrescos, que va depositando en los veladores. En el de los cuatro hombres deja otras tantas cervezas.
Termino mi copa y me entretengo mirando cómo se derrite el hielo en el fondo del vaso. Uno de los hombres me observa y sonríe. Le hago un gesto con la cabeza y él se levanta y se acerca. Le invito a sentarse a mi lado. Vuelve sobre sus pasos y recoge su cerveza. Dice algo a los otros y regresa.
--Me llamo Ricky.
Mientras se sienta le calculo unos cuarenta y cinco o cincuenta años, es el hombre que necesito, la edad perfecta. Cruzo las piernas bajo la mesa de cristal y enciendo un cigarrillo.
Terminamos la tarde haciendo el amor en el asiento trasero de mi Audi alquilado.
Le espero cada día en el mismo café y cuando se despide de sus amigos subimos al coche y aparcamos cerca de la playa y lejos de las luces. Hablamos durante horas y él me cuenta su vida de actor fracasado y yo le oculto la mía de escritora sin escrúpulos. Todas las noches, acabamos en la misma postura.
Poco a poco noto que voy entrando en su vida y que hacer el amor no es lo único que quiere de mí. Paseamos por la orilla del mar cogidos de la mano y me besa apasionadamente. Hace quince días le dije que dejara de reunirse con sus amigos en el café y le ha parecido bien. Solo quiere estar conmigo.
No me gusta su actual trabajo de representante y le obligado a que se despida, con la promesa de ayudarle hasta que encuentre un trabajo de actor.
Esta última semana ha insistido en saber más cosas de mí: donde vivo, cual es mi apellido; si trabajo o no y otras muchas intimidades que yo le escondo. Le he visto seguirme cuando marcho de su lado y he tenido que despistarlo en el tráfico de la ciudad. Nunca ha tenido un mal gesto ni una mala palabra; al contrario, me trata con dulzura y me hace constantemente regalos que yo nunca acepto.
Ayer me compró un anillo y me pidió que nos casáramos. He quedado en darle una contestación esta noche en nuestro lugar de encuentro.
Mi avión sale pasado mañana. Nueve horas de vuelo que me acercarán de nuevo a John y a las gemelas y me alejaran de Ricky para siempre. Con la charla de ayer, creo tener todo el material que necesito para el personaje masculino.
De todas formas, esta noche y mañana iré hasta el estacionamiento para ver su reacción al no encontrarme. Sólo me falta ese pequeño detalle para terminar mi novela.

1 comentario:

  1. Un buen relato Fede y una alegría ver que tus blog cobran vida.
    Graz

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